La cebolla, embajadora de la calidad hortícola argentina

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21/05/2014 - En la Argentina la producción de cebolla ocupa un lugar destacado. Este alimento ha logrado abastecer el mercado interno y a su vez posicionarse mundialmente como un producto culinario de buen sabor y alta calidad.

Nuestro país tiene una participación del 1,5% en la producción mundial de cebolla, esto da cuenta de su posición como referente a nivel mundial con una producción anual de 450 mil toneladas aproximadamente. Las ventajas ambientales con que cuenta la Argentina para esta producción han ampliado las expectativas en cuanto a su participación en el mercado externo. Al mismo tiempo, es el principal productor y exportador de cebolla deshidratada de América latina y posee un promedio de consumo per cápita de cebolla fresca de 10 kgs./hab./año, cuya demanda en el mercado interno se encuentra totalmente abastecida por la producción nacional.

También, el abastecimiento de semillas de cebolla está cubierto, mayoritariamente por la producción nacional, con una demanda de entre 120 y 150 toneladas anuales.

“Las funciones del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) en este aspecto han sido clave, dado que regula la actividad de los empaques y constata el cumplimiento de las Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) y demás exigencias internacionales, haciendo posible el procesamiento de grandes volúmenes de forma segura y eficiente”, señala la presidenta del Organismo, Diana Guillén.

Nuestro país realiza envíos a más de treinta mercados mundiales. Durante el 2013, la cebolla representó el 39% del total de hortalizas exportadas, consolidándose como la principal hortaliza de exportación de la Argentina con envíos de 229.672 toneladas, es decir, un aumento del 52% con respecto al 2012. Los principales destinos fueron Brasil con 216.907 tn (94,4%), Paraguay con 6.330 tn (2.8%) y Uruguay con 4.339 tn (2%). Si bien Brasil es el principal destino de exportación, en los últimos años se ha verificado un aumento de la demanda de los países europeos, especialmente de España y Bélgica.

El Mercosur cuenta con un Reglamento técnico para la fijación de identidad y calidad de la cebolla, que establece sus calibres (de acuerdo con el  diámetro transversal), tipos (extra, especial o seleccionado y comercial), la descripción de sus defectos (tallo grueso, brotado, podredumbre) y sus condiciones de empaque, almacenamiento, transporte, envase y rotulado. El Senasa es quien se encarga de hacer cumplir esta normativa.

Las principales provincias exportadoras durante el 2013 fueron Buenos Aires con 196.202 tn, Río Negro con 24.254 tn y Mendoza con 7.805 tn. Estas zonas poseen la logística adecuada y sus establecimientos de empaque cuentan con personal instruido en temas vinculados a la calidad del producto y a riesgos laborales.

Cultivo
Su cultivo se realiza en todo el territorio y ocupa una superficie aproximada de más de 20 mil hectáreas, incluye variedades de días cortos, intermedios y largos, y se diferencian entre destinadas al consumo en fresco y a la industria. A su vez, la superficie cultivada en la última década ha experimentado un crecimiento del 70%, motivado en gran parte por el aumento del consumo interno y de las exportaciones.

El sector cebollero en la Argentina está compuesto por varios subsectores: producción, provisión de insumos, empaque y comercialización. La producción y el empaque de cebolla han evolucionado tanto en cantidad como en calidad, sobre todo en la variedad valenciana, logrando un producto competitivo y con fuerte presencia en los mercados internos y externos.

Las principales provincias productoras son Buenos Aires, fundamentalmente los partidos de Villarino y Patagones; Río Negro con Viedma; Mendoza con los departamentos de Luján, Maipú, Guaymallén, Junín, Lavalle, Las Heras, Rivadavia, San Martín y San Rafael; Santiago del Estero, especialmente los departamentos de Robles y La Banda; Salta con los departamentos de Anta y Gral. Güemes; Córdoba con los departamentos de Cruz del Eje, San Javier, San Alberto, La Capital, Río Cuarto y Río Primero; y San Juan con los departamentos de Jáchal, Pocito, 25 de Mayo, Rawson, Calingasta, Chimbas, Santa Lucía y Rivadavia.

Del total de hectáreas destinadas al cultivo de cebolla, la zona sur comprendida por Río Negro y el sur de Buenos Aires representan el 56% de la producción nacional. A su vez, la provincia de Buenos Aires contribuye con un 85% de lo exportado, consolidándose como zona de referencia reconocida internacionalmente como productora de cebolla tardía. Como resultado, ha logrado que su actividad hortícola exportable se transforme en la que más aporta a la economía regional.

Alimento milenario
La cebolla es un alimento milenario proveniente de Asia, contiene sustancias que le otorgan propiedades saludables como los fructanos, los flavonoides y los compuestos orgánicos azufrados, que contribuyen a la reducción de los riesgos de enfermedades cardiovasculares, pulmonares y cancerígenas.

En la Argentina, las características agroecológicas de las regiones más importantes de producción de cebolla han posibilitado la oferta de un producto diversificado cuyas características para definir su calidad son el color, la forma, el tamaño, el contenido de sólidos solubles y la pungencia. Además de las interesantes propiedades culinarias, nutricionales y medicinales que se le atribuyen.

Desde el punto de vista nutritivo, la cebolla es un alimento con alto contenido en vitaminas y minerales. Se consume en estado fresco, en conserva, encurtidos y deshidratados. Esta hortaliza es considerada un alimento funcional por las particularidades de las sustancias que contiene. Se caracteriza por ser un alimento con bajo aporte calórico y alto contenido de agua, y su consumo está asociado con la reducción de lípidos en sangre, el colesterol y la actividad antiplaquetaria, factores que contribuyen a disminuir los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares.

Además es destacable su condición como fuente de fósforo, magnesio y potasio. Este último es necesario para la transmisión y la generación del impulso nervioso y la actividad muscular, mientras que los dos primeros intervienen en la formación de los huesos y los dientes.

El rol del pequeño productor
En las zonas hortícolas que rodean a los grandes centros de consumo, la producción de cebolla de verdeo es un cultivo típico que se desarrolla durante todo el año. En este sentido, se destaca el rol de la producción de los cinturones verdes de las grandes ciudades desarrollado por los pequeños agricultores familiares periurbanos, principalmente los del área metropolitana de Buenos Aires, La Plata, Rosario, Córdoba, Mar del Plata, Mendoza y Tucumán.

Los cinturones verdes son territorios ocupados por quintas o huertas familiares y comerciales que rodean a las ciudades y donde se producen hortalizas para abastecer mayormente a la población urbana. Estos cinturones hortícolas fueron la primera manifestación de la horticultura en la Argentina a fines del siglo XIX y es necesario destacar en su desarrollo la contribución de familias trabajadoras del NOA y de países limítrofes, que llegan a estas áreas y trabajan en esta producción promoviendo el desarrollo intercultural y la capacidad de integración de la comunidad local.

En consecuencia, la agricultura periurbana que se desarrolla en estos espacios abarca una mezcla compleja y diversa de actividades productivas, proporciona empleo e ingresos y contribuye a la provisión de alimentos y a la nutrición de la población de las ciudades a través de su impacto social y territorial.

Sin embargo, las condiciones en que se desarrolla la actividad de estos pequeños agricultores muchas veces lo posicionan en un grado de vulnerabilidad extrema. Por eso es que durante los últimos años, este sector ha sido destinatario de políticas públicas de inclusión social, promoción de la actividad y mayor calidad de vida. En 2008, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación creó el Programa Nacional de Agricultura Periurbana; al año siguiente, el Senasa puso en marcha la Comisión de Agricultura Familiar; en el 2013 se inauguró la primera estación Experimental Agropecuaria de Latinoamérica AMBA y la cartera agropecuaria entregó fondos para la producción hortícola, florícola, granjera y tambera.

En este sentido, “el Senasa ha acompañado el crecimiento de este tipo de agricultura y el rol de los pequeños productores que la desarrollan a través de la articulación territorial con complejos productivos y gobiernos provinciales y municipales” señala Guillén.

Sus acciones incluyen el control de procesos de trazabilidad en productos hortícolas, la realización de capacitaciones y difusión de información fitosanitaria para productores sobre plagas y buenas prácticas agrícolas, y el desarrollo y profundización de instancias de inscripción tales como el Registro Nacional Sanitario de Productores Agropecuarios (Renspa).

En definitiva, “el Senasa trabaja y seguirá trabajando como parte de este proceso que evidencia que es posible lograr una producción segura, con un producto sano, inocuo y competitivo a nivel mundial que promueve la inclusión social y, a su vez, consolida un tipo de agricultura que tiene al pequeño productor como protagonista y contribuye a la sostenibilidad ecológica, la seguridad  alimentaria, la educación ambiental, el desarrollo de la economía local y, específicamente, la mejor calidad de vida del trabajador hortícola”, agrega Guillén.

Las acciones del Senasa
El Senasa desarrolla acciones a lo largo de todo el territorio argentino que permiten obtener cebollas sanas, de calidad e inocuas para consumidores de nuestro país y de todo el mundo.

En tal sentido, desarrolla e implementa los sistemas y procedimientos de inspección y certificación para la importación y exportación de estas hortalizas.

Por otro lado, “el Organismo identifica problemas fitosanitarios e implementa acciones necesarias para relevar la información respecto a la situación de plagas que puedan presentarse en este cultivo. Así, cuando la situación lo demanda, implementa planes de contingencia y emergencia. También, desarrolla y coordina las acciones de monitoreo en campo, empaques y depósitos, estableciendo los métodos de muestreo más apropiados para el tipo de cultivo y capacitando a productores sobre las principales plagas que pueden afectar a las cebollas y la aplicación de buenas prácticas agrícolas en la producción hortícola”, explica Diego Quiroga, director nacional de Protección Vegetal del Senasa.

El Senasa también elabora y propone normas, programas y procedimientos para la mejora de las condiciones de higiene e inocuidad de los productos, subproductos y materias primas de origen vegetal para importación, exportación y tráfico federal, así como los procedimientos para la fiscalización de la inocuidad vinculados a las diversas cadenas agroalimentarias.

Asimismo desarrolla acciones de control de hortalizas frescas “con el objetivo de reducir los eventuales riesgos de contaminación microbiológica; instrumentar un sistema de trazabilidad de estos productos a lo largo de toda la cadena para el mercado interno y diseña e implementa programas de monitoreo y vigilancia de contaminantes químicos, particularmente, de residuos de plaguicidas”, explica el director nacional de Inocuidad y Calidad Agroalimentaria del Senasa, Gustavo Pérez Harguindeguy.

Esta área es responsable de gestionar y administrar la información de los establecimientos inscriptos en el Registro Nacional de Identificación Sanitaria de Establecimientos Mayoristas de Frutas y Hortalizas. “En los últimos años, hemos puesto el énfasis en el fortalecimiento de la inscripción de pequeños productores agrícolas en el Registro Nacional Sanitario de Productores Agropecuarios”, refiere Juan Ibáñez, coordinador de inocuidad de productos de origen vegetal.

Con respecto a la comercialización, el Organismo estatal interviene regulando la actividad de los empaques que deben cumplir con la implementación de Buenas Prácticas de Manufactura y demás exigencias internacionales, estos establecimientos desarrollan una tarea importante al momento de la poscosecha de productos de origen vegetal acondicionando la producción para la comercialización y luego para consumo.

Así, las intervenciones del Senasa a lo largo de toda la cadena de la cebolla afianzan los procesos de buenas prácticas, inocuidad, sanidad, trazabilidad y certificación, como consecuencia, impulsa el crecimiento del sector cebollero, promueve el desarrollo regional y permite acercar a consumidores internos y externos cebollas argentinas de calidad y además inocuas.